La Enfermedad
El virus artificial creado por los laboratorios Eternal Lab es el resultado del trabajo coordinado de algunos de los mejores científicos y especialistas del planeta. Se trata de un patógeno letal, autosuficiente y cambiante cuyas verdaderas capacidades aún están por descubrir.
Infección
El virus es mortal en humanos y se contagia por medio de la sangre o la saliva. Una vez producida la infección, un sujeto sano muere en un periodo que varía desde unas pocas horas a un máximo de tres días, dependiendo de su constitución, edad, estado de salud y gravedad de sus heridas. En el momento en el que se produce el fallecimiento, el cuerpo vuelve a alzarse en unos pocos minutos impulsado por un ansia irracional de alimentarse de la carne de los vivos.
Cerebro
El cerebro de un infectado, una vez fallecido, no tiene ninguna capacidad de raciocinio. Únicamente algunos especímenes conservan un ápice de memoria que les impulsa a realizar algunas tareas rutinarias que tenían en vida, como volver a casa, acudir a sus puestos de trabajo o sentarse frente a la televisión. Privados de cualquier estímulo, algunos ejemplares llegaron incluso a mostrar ciertas tendencias artísticas. Destruir el cerebro es la única manera de terminar definitivamente con un muerto viviente.
Sentidos
Los sentidos permanecen intactos siempre y cuando los órganos correspondientes no estén dañados. Las últimas investigaciones de Eternal Lab revelaron una capacidad innata de los especímenes para diferenciar a los vivos de los muertos, probablemente mediante un olfato hiperdesarrollado o una mutación post-mortem todavía desconocida.
Capacidad motora
Los muertos vivientes conservan capacidades motrices muy similares a las que tenían antes de fallecer, especialmente en cuanto a velocidad y fuerza. Sin embargo, no sienten fatiga ni dolor, por lo que su resistencia y flexibilidad mejoran notablemente. Por otro lado, la degeneración de los tejidos les dificulta la capacidad de reacción, el equilibrio y la coordinación. Esto, unido a los habituales daños musculares sufridos en el ataque que causó la infección, hace que sus movimientos, aunque rápidos y decididos, puedan resultar algo torpes.